Los pueblos que no conocen su Historia están condenados a repetirla
Cataluña y la historia
siempre repetitiva
La sublevación de los Condados de lo que hoy conocemos como
Cataluña ocurre en el reinado de Juan
II Rey de Aragón y Conde de Barcelona
Al acceder Juan II al Trono de Aragón en el 1458, el
enfrentamiento familiar se convirtió inesperadamente, al menos para Carlos
Príncipe de Viana, (hijo de Juan II de Aragon y Dª Blanca de Navarra), que
nunca debió entender realmente la situación, es el antecedente inmediato de la
denominada “ revolución catalana “ que
se gesta en el año de 1460, cuando Carlos de Viana es obligado a volver de
Sicilia y, nombrado lugarteniente general de Cataluña, es encarcelado por su
progenitor en Lérida.
En el reino de Navarra la ruptura y el enfrentamiento de padre
e hijo se produjo en el 1450, aunque llevaba consigo raíces más profundas al
convertir la pugna entre habitantes de la Montaña y del Llano, beamonteses y
agramonteses, en verdadera lucha política y guerra civil, en la que los
beamonteses apoyaban a Carlos y los agramonteses a Juan II. Esta guerra civil
navarra acabó, tras diversas alternativas, cuando en el 1455 Juan II desheredó
a Carlos de Viana y proclamó Reina de Navarra a su segunda hija, Leonor,
desposada con el Conde Gastón de Foix. Carlos de Viana tuvo que buscar refugio
en la Corte Napolitana de su tío Alfonso el Magnánimo y de ahí pasar a la Isla
de Sicilia.
En los condados catalanes la situación de enfrentamiento al
Rey Juan II de Aragón respondía a factores más profundos que se arrastraban, al
menos, desde finales de la centuria anterior.
Los factores principales fueron: la crisis institucional y económica de los Condados catalanes, especialmente el de
Barcelona, el descontento de los payeses de remensa y la política filocampesina
que había practicado la Monarquía, la crisis municipal de Barcelona y el
enfrentamiento entre la concepción más tendente al poder del gobierno y la
práctica pactista tradicional de la Generalitat y el patriciado, que procuraban
limitar los posibles abusos de poder de la autoridad real no sin también más de
uno aprovecharse de este pactismo foral
Antes de comenzar la revuelta catalana contra su Rey por parte
de la nobleza y burguesía catalana, cada parte fue reagrupando sus aliados.
Juan II se apoyó en los “buscaires y
remensas” que, a comienzos del 1462, se sublevaron en las comarcas
gerundenses También obtuvo la alianza de Luis XI de Francia, a quien, a cambio
de la ayuda militar, cedía en hipoteca los Condados del Rosellón y la Cerdaña.
Los pactistas de Barcelona y la mayor parte de la nobleza y el
clero se agruparon en el Consell del Principat, creado en las Cortes de Lérida
del 1460 como representación estamental reducida de la Generalitat y tras
eliminar a los “buscaires” del
gobierno de la ciudad, organizó una armada para reprimir el levantamiento “remensa” en la comarca gerundense.
La situación se fue agravando y el conflicto se
internacionalizó con la entrada de Juan II en Cataluña junto a los franceses.
Al poner aquél sitio a la antigua Barcino, los rebeldes respondieron
destituyendo al Rey. Cualquier intento de mediación, como el realizado por el
Consell Valencià, resultó inútil.
En los años siguientes, la Generalitat catalana fue ofreciendo
el poder del Principado Catalán a diversos candidatos:
Primero, a Enrique IV de Castilla y León, quien aceptó la
oferta y obtuvo, al mismo tiempo, el apoyo de los beamonteses navarros. Las
luchas nobiliarias castellanas condicionaron a Enrique IV a aceptar la paz,
propuesta por Luis XI, como árbitro, en la Sentencia de Bayona, y renunciar a
los condados-
Los sublevados catalanes acudieron entonces al Condestable
Pedro de Portugal, que gobernó como Príncipe entre el 1464 y el 1466.
Los éxitos militares y los avances políticos de los realistas,
a los que se añadían muchos desertores del bando sublevado, eran manifiestos y
acometían actuaciones como: organización de una Diputación del General Realista
en Tarragona y ocupación de Tortosa ( 1466 ).
Todavía, la Generalitat y el Consell del Principat se negaron
a aceptar la paz y eligieron como Príncipe a Renato de Anjou, Duque de la
Provenza, representante del linaje que más había combatido al Reino Aragonés en
el Mediterráneo, quien consiguió mantenerse varios años, gracias al apoyo
militar francés, en medio de fracasos y dificultades crecientes….
Pero la guerra ya se hallaba
perdida, con una
circunstancia nueva de grandes consecuencias. Juan II había casado a su hijo
Fernando II el Católico con la princesa castellano-leonesa Isabel en el año
1469.
En el 1472, Juan II acababa tomando Barcelona y, aunque no logró
recuperar el Rosellón, ponía fin a la guerra.
En Octubre de ese año 1472 se firmó la Capitulación de Pedralbes, en la que se anulaban todas las
conquistas de los altos estamentos contenidas en la Capitulación de Villafranca
del Panadés.
En lo demás, Juan II fue generoso, ta que concedió el perdón
general, para evitar las divisiones entre vencedores y vencidos, liberación de
prisioneros, sobreseimiento de causas judiciales, devolución de bienes
confiscados durante la contienda y continuación del sistema pactista anterior a
la revuelta.
El sistema foral no se veía alterado sustancialmente, pero Cataluña salía de la pelea desgastada y
hundida. La crisis económica y las pérdidas materiales y demográficas no
podían llegar más bajo, el conflicto entre señores y campesinos “remensas” se
mantenía sin encontrar solución satisfactoria y los Condados del Rosellón y la
Cerdaña continuaban retenidos por Luis XI de Francia.
En el 1479 fallecía Juan II dejando la Corona Aragonesa a su
hijo, Fernando II de Aragón, quien desde hacía cinco años, era también rey
consorte de León y Castilla.
La revuelta catalana, también conocida como guerra civil duró
una década del año 1462 al 1472.
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