Por
Eduardo Jiménez Marquéshttp://aragon365.blogspot.com
Amanece el nuevo día. Abro los ojos sin fuerza. Veo la claridad del
nuevo sol. Cierro los ojos y pienso te tienes que levantar, pero mi niño
interior me ayuda y dice cinco minutos más.
La luz es mas intensa en la habitación, ahora si que me tengo que levantar o si de lo contrario voy a llegar tarde a todo.
¿Qué es mas importante disfrutar del nuevo día que acaba de amanecer o pensar en lo negativo?
¿Por qué pensamos en negativo?
Ambas
preguntas no tienen respuesta, simplemente porque no nos ponemos a
pensar la razón o razones, de nuestra cotidianidad, simplemente nos
dejamos llevar por los acontecimientos diarios, mas o menos
planificados.
Actuamos como robots semi-programados.
Bueno salto
de la cama y conecto la radio, allí está Carlos Herrera llamándonos
“Camastrones”, simplemente porque el duerme de día y trabaja de noche.
Escucho las noticias, es curioso siempre son malas, en caso contrario no serían noticias.
Me
ducho rápido, miro el reloj, tendré que acelerar o no voy a llegar, mi
corazón se excita por la tensión nerviosa, que me produce la ansiedad de
no llegar.
Me calmo, me salto el desayuno, tomo mi infusión
rápidamente, enfriada con agua fría del grifo, pienso si te hubieras
levantado antes podrías desayunar mejor.
Termino de vestirme cojo los
papeles o lo que sea y salgo rápido de casa, el ascensor está ocupado,
pienso ¡vale! Cuando se tuerce todo sale mal, no hay problema.
Viene
el ascensor, bajo al garaje, arranco el coche, salgo y llego a la
carretera, ahora tengo mis veinticinco minutos de atasco, para recorrer
nueve kilómetros. En fin me toca delante un “pisa-huevos”, en la radio
sigue Carlos y los anuncios dicen “ponle freno”, buena campaña, de
publicidad y de acción ciudadana.
¡Qué coño de freno voy a poner si voy rodeado de coches parados!
Al final del atasco un semáforo y un Guardia Urbano haciendo señales de, que circulemos más rápido,
¿Por
qué no dejan funcionar a los semáforos y si están mal que los programen
mejor. Estamos en la era de las comunicaciones y no hay un solo
ayuntamiento que sepan programar los semáforos a las necesidades del
tráfico.
Alrededor de mi mucho ruido. Ruido físico pero también,
ruido mental, voy pensando no llego, ese imbécil, vale otro guardia
provocando embotellamientos, miro el reloj, veo que no llego y pienso
además no voy a encontrar aparcamiento.
Bien yo era feliz viendo como
clareaba el nuevo día, ahora una hora después no se como es el nuevo
día, no siento su luz, no noto su calidez, no veo a mi alrededor, mas
que incordios que retrasan mis planes artificiales.
Llego al destino,
no hay aparcamiento, como es simplemente subir y bajar, decido dejarlo
en doble fila, subo a la oficina dejo el papel, bajo y ya hay otro
desesperado que toca el claxon para que le quite el coche, le pido
disculpas y arranco mi coche, me aparto, sale el coche que yo tapaba,
sale lanzado en post de de su “caza”.
Decido dejar el coche allí aparcado y moverme caminando y en transportes públicos.
Me
acerco a la parada del Bus, hay mucha gente, comentan de que hay
semi-huelga de las autobuses y que por eso van mas lentos, después de
esperar veinte minutos, veo que he perdido el tiempo, ya llego mal a
todo.
Vuelvo a buscar mi coche y digo interiormente: ¡Viva el transporte público!
Creo
que es una batalla sin definir, llegara el día el que el transporte
publico este automatizado y funcione adecuadamente, pero mientra
funcione mezclado todo tipo de tráfico y lo lleven personas, el
Transporte publico invertirá mucho tiempo.
Cuando llego al coche me encuentro con que me han puesto una multa, al inicio de la calle había una señal.
Los
recaudadores municipales saben donde tienen los cados y hacen su labor,
pienso: “alcalde menos multas y mas seguridad ciudadana”.
Da igual,
los políticos, viven a costa del pueblo y se desplazan en coches
oficiales y si el tráfico está denso colocan motoristas que les abran
paso con sus sirenas.
Pienso y digo para mi interior, esto es una
batalla cotidiana, no es vivir, no he hecho nada y me siento estresado,
cansado y todo por el ruido y el fragor de lo cotidiano, he salido de
casa a las ocho y ya es mediodía y aquí estoy en la soledad, de la gran
ciudad, y con mi multa, metido en la batalla diaria para hacer algo, que
no se para que sirve.