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Miro
por la ventana. Esta amaneciendo. El cielo esta nublado. Es otoño, hace frío,
aunque mi cuerpo no lo siente. Las mantas que tengo sobre mi, guardan el calor
corporal.
Voy
conduciendo por la Gran Vía. El tráfico es lento y pesado. Hay obras por todos
los lados. Deben ser las seis de la tarde. El semáforo se pone rojo, freno y
quedo junto a la acera, miro a mi derecha y …
En
esa esquina estas tu, … bella, hermosa, … con el esplendor de tus 17 años. Tus
cabellos rubios reflejan el Sol. Eres la más bonita.
Yo
voy caminando ligero por la acera a tu encuentro. Te veo y agito la mano. ¡Cómo
esperaba este reencuentro!.
Nos
conocimos en primavera y comenzamos a salir. Sólo podíamos, salir juntos, los
fines de semana, ambos éramos estudiantes y vivíamos en diferentes barrios de
la Ciudad.
Por
fin pasaron los exámenes y yo empezaría la carrera y tu harías el PREU. Pudimos
salir todos los días, hablábamos, reíamos, en fin, éramos felices el uno con el
otro.
Te
marchaste a la playa con tu familia y comenzó mi soledad. Me faltabas y no te
había dicho nada.
Quedamos
que a tu regreso nos veríamos en aquella cafetería que hacía esquina. ¡Por fin!
Había llegado el día soñado por mi y quizás también por ti.
Acelero
el paso, corro a tu encuentro y ya estamos el uno frente al otro, mirándonos
callados, disfrutando del vacío generado a nuestro alrededor, solos tu y yo,
como en una nube.
Nuestras
bocas no emiten palabras, simplemente nos miramos y sonreímos, Hay a nuestro
alrededor un halo de luz y felicidad que nos aísla.
Entramos
a la cafetería, es la primera vez que estamos. Nos sentamos en una mesa. Se
acerca el camarero con una gran sonrisa y se dirige a nosotros. Nos saca de
nuestro sueño y pedimos dos Coca Colas y unas patatas fritas.
Nos
traen la consumición, bebemos un trago y volvemos a entrar en nuestra nube. El
ambiente permanece silencioso, la luz es especial para nosotros. Es la
felicidad del momento lo que vivíamos.
Hablábamos,
reíamos, nos miramos, allí en la multitud estábamos solos tu y yo. De pronto
sentí que éramos uno, que era feliz contigo y no se como note como mis labios
iban a los tuyos. Fue un impulso mutuo. Chocaron nuestros labios y sentí como
me golpeabas el colmillo izquierdo, era un gran momento era mi primer beso.
Mientras
te besaba, sonó el claxon de un coche,
el conductor parado detrás de mí se impacientaba, el semáforo había pasado de
rojo a verde.
No entendía nada. ¿Dónde estaba?
Sonreí
me toque el colmillo, puse en movimiento el coche y gire a la derecha, miraba
la cafetería donde nos besábamos, pero ¡Horror! No estaba, lo que, allí, había era una sucursal de una Caja de Ahorros.
Seguí
conduciendo por la avenida, recordando mi colmillo.
En
ese momento se encendió la luz y comenzó el bullicio, la enfermera entró en la
habitación, me tenían que sacar sangre. En fin allí estaba yo lleno de goteros
tumbado en la cama y mirando por la ventana como amanecía el nuevo día.
¿Qué
me pasaba? Sencillamente estaba en el “futuro del ayer”, medite solo existía el
presente siempre en movimiento.
Comienza
la rutina del sistema hospitalario. ¿Cuánto tiempo llevaba? El día pasa muy
despacio cuando estas en la cama del hospital, sin poder levantarte.
Miro
a mi compañero de habitación, es un hombre mayor, ha cumplido noventa años,
pero es muy vital. Nos saludamos y empezamos a hablar de cómo estamos, como
hemos pasado la noche, que pruebas nos harán hoy, es decir todo aquello que se
puede decir entre dos desconocidos que viven y comparten su enfermedad en un
mismo cuarto.
La
auxiliar me ayuda a levantarme para poder asearme, hoy me toca la más maja, siempre
cordial, alegre optimista, con sus palabras de ánimo y su saber hacer.
Estoy
sentado en el borde de la cama, mientras me afeita veo la imagen de un viejo,
en el espejo. No me reconozco, como es posible que haya llegado a esta
situación. Quizás estoy viviendo mi futuro, pero este es irreal, solo existe el
presente. Puede ser la imagen de alguien que anteriormente se miro en el
espejo.
Miro
mis cabellos y veo como el paso del tiempo ha plateado mis sienes. Debo ser yo
mismo en el actual presente o bien mis ojos no ven bien y mi cerebro me
transmite una falsa imagen.
Ayer
yo era joven, vital, la vida me sonreía, todo estaba bien. De pronto me
encuentro mal en la calle, me socorre la policía y me llevan a urgencias, de
allí a una ambulancia UVI y al poco rato en el Hospital. ¿Pero esto cuándo fue?
He perdido la noción del tiempo, solo conservo la dimensión del espacio, pero
no se en qué presente.
Ya
me han aseado. Empiezo a ser yo en mi estado racional, recuerdo que una vez un
alumno me dijo, refiriéndose a la vida “Hay que saber bajar del Ferrari, para
coger el metro” Allí estoy yo viajando en el metro del tiempo.
Esto
me ha hecho recordar que soy profesor, o bueno lo era en otro presente. Creo
que desde que me jubilé de dar mis clases a los de tercero de carrera, comencé
a envejecer, debe ser que el estar todos los días con veinte añeros, esto hace
que tu también tengas su misma edad y vivas una irrealidad real
¿Hoy que soy?. Un enfermo mayor que quiere
vivir y vivir.
Pienso
en como soy y estoy. No llego a concentrarme, miro por la ventana ya luce el
sol. Traen las pastillas y por el pasillo se oye el ruido de los carros del
desayuno, deben se las ocho y media. La rutina hace que conozcas el momento
presente, por la rutina del Hospital.
Traen
el desayuno, llega mi hermana y poco después el hermano de mi compañero de
habitación, nos traen la prensa y unos excelentes “croasanes”, todavía
calientes. Tengo una hermana maravillosa. Allí esta ella peleando por mi bienestar.
Nunca se lo podré agradecer.
Le
pregunto la hora, esto en mi ha constituido una obsesión a lo largo de mi vida,
el control del tiempo.
Miro
por la ventana, se ven pájaros y palomas volar, le pido a mi hermana que les
ponga unas migas de pan en la ventan, al momento viene las tres palomas amigas
a ver como estoy y de paso comerse lo que allí encuentran. Es igual todos los días.
Pasan
los médicos, me explican y me dicen todo lo que me van a hacer, doy mi
conformidad a todo cuanto me presentan de futuro, para dejarme en perfecto
estado de mis problemas cardiacos, Llevo según me dicen un mes y tengo por lo
menos para otro.
Los
médicos todavía no saben que el futuro es irreal que solo somos capaces de
vivir nuestro presente.
Miro por la ventana, pienso en mi primer
beso y me toco mi inexistente colmillo.
Marzo
2013
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