miércoles, 3 de abril de 2013

VIVENCIAS: EL PRIMER ...

Por Eduardo Jiménez Marqués
http://aragon365.blogspot.com


Miro por la ventana. Esta amaneciendo. El cielo esta nublado. Es otoño, hace frío, aunque mi cuerpo no lo siente. Las mantas que tengo sobre mi, guardan el calor corporal.
Voy conduciendo por la Gran Vía. El tráfico es lento y pesado. Hay obras por todos los lados. Deben ser las seis de la tarde. El semáforo se pone rojo, freno y quedo junto a la acera, miro a mi derecha y …
En esa esquina estas tu, … bella, hermosa, … con el esplendor de tus 17 años. Tus cabellos rubios reflejan el Sol. Eres la más bonita.
Yo voy caminando ligero por la acera a tu encuentro. Te veo y agito la mano. ¡Cómo esperaba este reencuentro!.
Nos conocimos en primavera y comenzamos a salir. Sólo podíamos, salir juntos, los fines de semana, ambos éramos estudiantes y vivíamos en diferentes barrios de la Ciudad.
Por fin pasaron los exámenes y yo empezaría la carrera y tu harías el PREU. Pudimos salir todos los días, hablábamos, reíamos, en fin, éramos felices el uno con el otro.
Te marchaste a la playa con tu familia y comenzó mi soledad. Me faltabas y no te había dicho nada.
Quedamos que a tu regreso nos veríamos en aquella cafetería que hacía esquina. ¡Por fin! Había llegado el día soñado por mi y quizás también por ti.
Acelero el paso, corro a tu encuentro y ya estamos el uno frente al otro, mirándonos callados, disfrutando del vacío generado a nuestro alrededor, solos tu y yo, como en una nube.
Nuestras bocas no emiten palabras, simplemente nos miramos y sonreímos, Hay a nuestro alrededor un halo de luz y felicidad que nos aísla.
Entramos a la cafetería, es la primera vez que estamos. Nos sentamos en una mesa. Se acerca el camarero con una gran sonrisa y se dirige a nosotros. Nos saca de nuestro sueño y pedimos dos Coca Colas y unas patatas fritas.
Nos traen la consumición, bebemos un trago y volvemos a entrar en nuestra nube. El ambiente permanece silencioso, la luz es especial para nosotros. Es la felicidad del momento lo que vivíamos.
Hablábamos, reíamos, nos miramos, allí en la multitud estábamos solos tu y yo. De pronto sentí que éramos uno, que era feliz contigo y no se como note como mis labios iban a los tuyos. Fue un impulso mutuo. Chocaron nuestros labios y sentí como me golpeabas el colmillo izquierdo, era un gran momento era mi primer beso.
Mientras te besaba,  sonó el claxon de un coche, el conductor parado detrás de mí se impacientaba, el semáforo había pasado de rojo a verde.
No entendía nada. ¿Dónde estaba?
Sonreí me toque el colmillo, puse en movimiento el coche y gire a la derecha, miraba la cafetería donde nos besábamos, pero ¡Horror! No estaba, lo que, allí,  había era una sucursal de una Caja de Ahorros.
Seguí conduciendo por la avenida, recordando mi colmillo.
En ese momento se encendió la luz y comenzó el bullicio, la enfermera entró en la habitación, me tenían que sacar sangre. En fin allí estaba yo lleno de goteros tumbado en la cama y mirando por la ventana como amanecía el nuevo día.
¿Qué me pasaba? Sencillamente estaba en el “futuro del ayer”, medite solo existía el presente siempre en movimiento.
Comienza la rutina del sistema hospitalario. ¿Cuánto tiempo llevaba? El día pasa muy despacio cuando estas en la cama del hospital, sin poder levantarte.
Miro a mi compañero de habitación, es un hombre mayor, ha cumplido noventa años, pero es muy vital. Nos saludamos y empezamos a hablar de cómo estamos, como hemos pasado la noche, que pruebas nos harán hoy, es decir todo aquello que se puede decir entre dos desconocidos que viven y comparten su enfermedad en un mismo cuarto.
La auxiliar me ayuda a levantarme para poder asearme, hoy me toca la más maja, siempre cordial, alegre optimista, con sus palabras de ánimo y su saber hacer.
Estoy sentado en el borde de la cama, mientras me afeita veo la imagen de un viejo, en el espejo. No me reconozco, como es posible que haya llegado a esta situación. Quizás estoy viviendo mi futuro, pero este es irreal, solo existe el presente. Puede ser la imagen de alguien que anteriormente se miro en el espejo.
Miro mis cabellos y veo como el paso del tiempo ha plateado mis sienes. Debo ser yo mismo en el actual presente o bien mis ojos no ven bien y mi cerebro me transmite una falsa imagen.
Ayer yo era joven, vital, la vida me sonreía, todo estaba bien. De pronto me encuentro mal en la calle, me socorre la policía y me llevan a urgencias, de allí a una ambulancia UVI y al poco rato en el Hospital. ¿Pero esto cuándo fue? He perdido la noción del tiempo, solo conservo la dimensión del espacio, pero no se en qué presente.
Ya me han aseado. Empiezo a ser yo en mi estado racional, recuerdo que una vez un alumno me dijo, refiriéndose a la vida “Hay que saber bajar del Ferrari, para coger el metro” Allí estoy yo viajando en el metro del tiempo.
Esto me ha hecho recordar que soy profesor, o bueno lo era en otro presente. Creo que desde que me jubilé de dar mis clases a los de tercero de carrera, comencé a envejecer, debe ser que el estar todos los días con veinte añeros, esto hace que tu también tengas su misma edad y vivas una irrealidad real
¿Hoy que soy?. Un enfermo mayor que quiere vivir y vivir.
Pienso en como soy y estoy. No llego a concentrarme, miro por la ventana ya luce el sol. Traen las pastillas y por el pasillo se oye el ruido de los carros del desayuno, deben se las ocho y media. La rutina hace que conozcas el momento presente, por la rutina del Hospital.
Traen el desayuno, llega mi hermana y poco después el hermano de mi compañero de habitación, nos traen la prensa y unos excelentes “croasanes”, todavía calientes. Tengo una hermana maravillosa. Allí esta ella peleando por mi bienestar. Nunca se lo podré agradecer.
Le pregunto la hora, esto en mi ha constituido una obsesión a lo largo de mi vida, el control del tiempo.
Miro por la ventana, se ven pájaros y palomas volar, le pido a mi hermana que les ponga unas migas de pan en la ventan, al momento viene las tres palomas amigas a ver como estoy y de paso comerse lo que allí encuentran. Es igual todos los días.
Pasan los médicos, me explican y me dicen todo lo que me van a hacer, doy mi conformidad a todo cuanto me presentan de futuro, para dejarme en perfecto estado de mis problemas cardiacos, Llevo según me dicen un mes y tengo por lo menos para otro.
Los médicos todavía no saben que el futuro es irreal que solo somos capaces de vivir nuestro presente.
Miro por la ventana, pienso en mi primer beso y me toco mi inexistente colmillo.
Marzo 2013

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