Por
Eduardo Jiménez Marqués
El 13 de Octubre se celebra
la onomástica de San Eduardo. Mas exactamente S. Eduardo el Confesor.
Es un nombre de origen
Germánico. Ejercito glorioso. Guardián de tesoros.
Es uno de los pocos nombres
ingleses que ha tenido una difusión universal. Proviene de ead, "riqueza, propiedad", y ward, "guardián". Es "el guardián de la
riqueza", aquel que es defensor de la propiedad.
Su difusión se produjo
gracias al rey Enrique III, muy devoto de San Eduardo, rey martir del siglo X,
que bautizó con este nombre a uno de sus hijos; Eduardo I rey de Inglaterra. Su
hipocorístico es Lalo.
Veamos algunos aspectos de su
vida.
Eduardo el Confesor fue el rey de Inglaterra entre 1042 y
1066. Fue el primero de los reyes en protagonizar la efímera restauración de la
Casa de Wessex, dinastía sajona en Inglaterra, comprendida entre la Dinastía
danesa de 1016-1042 y la conquista de Inglaterra por Guillermo de Normandía.
A pesar de ser el tercer rey sajón con el nombre de Eduardo,
este monarca no posee la tradicional numeración latina, usada en Inglaterra
para los reyes posteriores a la conquista normanda de 1066.
Se le conoce como Eduardo el Confesor o San Eduardo el
Confesor porque fue canonizado como recompensa a su apoyo a la Iglesia Católica
durante su reinado.
Eduardo nació en Islip, Oxfordshire, en el mes de marzo de
1005, siendo el primogénito varón de los tres hijos nacidos del segundo
matrimonio del rey Etelredo II el Indeciso con Emma de Normandía, hermana del
duque Ricardo II. Este parentesco con la casa de Normandía sería el principal
impulsor de la futura invasión de Guillermo.
En la época de su nacimiento, Inglaterra era un estado
parcialmente subordinado a los reyes de Dinamarca y era saqueada con
regularidad por los vikingos. Etelredo trató de disminuir los saqueos acordando
tributos con los monarcas escandinavos, pero le sirvió de poco. Cuando Sven I
se hartó del dinero, comenzó a ambicionar las tierras de Inglaterra y decidió
anexionarlas a sus dominios invadiendo el reino y tomando la capital, Londres,
a finales de 1013; pero Etelredo, su mujer y sus tres hijos, Godgifa, Eduardo y
Alfredo, consiguieron escapar y partieron al exilio en Normandía.
La muerte de Sven cinco semanas después (5 de febrero de 1014)
hizo que Etelredo lograra recuperar el trono hasta su muerte (23 de abril de
1016). Eduardo pasaría los siguientes 27 años de su vida en su exilio de
Normandía, donde se educaría ajeno prácticamente a cualquier influencia
anglosajona. Esta fuerte influencia normanda y cristiana se manifestaría
fuertemente durante su reinado posterior.
A la muerte de Etelredo II, el 23 de abril de 1016, Emma
volvió a Inglaterra y se casó con el invasor Canuto II de Dinamarca (2 de julio
de 1017), con el que tuvo dos hijos.
Alfredo y Eduardo seguían en el exilio, pero el hecho de que
su madre volviese a ser reina de Inglaterra ya les daba cierta posibilidad de
heredar el gobierno del país.
A la muerte de Canuto en 1035, los dos hermanos partieron a
Inglaterra para luchar por el trono contra Haroldo Harefoot, hijo bastardo de
Canuto, que además había usurpado el trono de Inglaterra dado por el difunto
rey a otro hijo suyo, Canuto Hardeknut fruto de su matrimonio con Emma, y por
tanto, hermanastro de Eduardo.
La guerra duró unos meses, durante los cuales Alfredo fue
capturado y ejecutado por Haroldo (5 de febrero de 1037) y Eduardo tuvo que
huir de nuevo a Normandía.
Haroldo murió en 1040 y Hardeknut, que ya gobernaba en
Dinamarca desde hacía cinco años, pudo recuperar el control de Inglaterra. Sin
embargo, se mostró poco interesado por éste y llevó a cabo una política
impopular, dejando la regencia del país en manos de su madre y el influyente
conde sajón de Wessex, Godwin. Las influencias de éste y la reina madre -en
contra de sus propios sentimientos, pues Emma nunca tuvo afecto maternal hacia
los hijos que tuvo con Etelredo II- fueron las principales causas de que en
1041, el propio Canuto Hardeknut invitase a Eduardo a instalarse en Inglaterra,
al que nombró su corregente en este reino.
Ya como Rey de Inglaterra el gobierno de Eduardo fue
considerablemente popular.
De acuerdo con la Crónica Anglosajona, cuando Hardeknut murió
el 8 de junio de 1042, "después de
que fuese enterrado, todo el pueblo eligió a Eduardo como rey en Londres".
La elección popular fue ratificada por el Witenagemot, la asamblea de nobles
sajones, y la coronación definitiva de Eduardo se produjo el 3 de abril de 1043
en la Catedral de Winchester.
En todo momento, Eduardo trató de mantener la paz sobre un
reino maltrecho por las constantes invasiones y guerras internas. Para ello
recurrió nuevamente a Godwin, quien, para poder mantener bajo control al rey,
concierta el casamiento entre Eduardo y su hija mayor, Edith, efectuado el 23
de enero de 1045.
Además del conde de Wessex, Eduardo trató de granjearse el
apoyo de Leofric, conde de Mercia, y Siward, conde de Northumbria. Sin embargo,
cometió la torpeza de favorecer cada vez más a los nobles que había traído de
Normandía, lo que levantó suspicacias entre los de origen sajón y danés. La
gota que colmó el vaso fue la elección del normando Roberto de Jumieges, obispo
de Londres, como nuevo arzobispo de Canterbury, en lugar del hombre sugerido
por Godwin. Esto llevó a un duro enfrentamiento entre yerno y suegro que se
agravó en 1051 cuando el conde Eustaquio II de Boulogne, de visita en
Inglaterra, se involucró en una pelea en la ciudad de Dover. Godwin, que
ejercía la autoridad sobre la zona, se negó a castigar a los atacantes de
Eustaquio y fue obligado a exiliarse en septiembre de ese mismo año.
Su popularidad y diversas presiones desde todos los ámbitos
forzaron finalmente a que Eduardo diera su brazo a torcer y le restituyera sus
tierras y títulos al año siguiente, además de retirar a algunos de sus
consejeros normandos. Godwin murió en 1053 y dejó sus posesiones a su hijo
Haroldo, que uniéndolas a las suyas se convirtió en un noble aún más poderoso
que su padre, y prácticamente en el segundo hombre del reino por detrás del
propio rey.
El otro hijo de Godwin, Tostig, consiguió el gobierno de
Northumbria en 1055 y se convirtió rápidamente en uno de los favoritos del rey,
pero su tiránico gobierno sobre sus siervos condujo a que Eduardo lo
desposeyera de sus tierras y le obligara a exiliarse en 1065.
Harold, en cambio, mantuvo siempre buenas relaciones con
Eduardo.
En 1063 Eduardo le encomendó el mando del ejército y llevó a
cabo la única acción militar de su reinado, la guerra contra los últimos reinos
galeses independientes, que fueron incorporados a Inglaterra al final de la
campaña. El poder de Harol aumentó hasta convertirle prácticamente en el
sucesor de facto del reino, y el propio Eduardo lo recomendó activamente ante
el Witenagemot.
Dado que el rey no tenía hijos nunca consumó su matrimonio, al
parecer debido a un antiguo voto de castidad, y su único sobrino, Eduardo el
Exiliado, había muerto en 1057, su cuñado Harold era el heredero con más
posibilidades.
Eduardo murió en el palacio de Westminster, el 5 de enero de
1066, antes de poder consagrar la Abadía de Westminster que él mismo había
mandado construir. Harold o Haroldo fue elegido inmediatamente como nuevo rey
de Inglaterra.
Sin embargo, hubo varios aspirantes más al trono que
decidieron reclamarlo a la muerte de Eduardo. El recién coronado Haroldo tuvo
que hacer frente a dos invasiones, la de Harald III de Dinamarca y Noruega por
el norte, al que derrotó y mató cerca de York, y la de Guillermo de Normandía
desde el sur, a quien su primo Eduardo le había prometido el trono en una
ocasión, durante su exilio juvenil.
Guillermo derrotó a las fuerzas sajonas en la Batalla de
Hastings, en la que murió el propio Haroldo, y consiguió la corona sin mayores
problemas, poniendo fin a la dinastía sajona en Inglaterra e iniciando la
normanda.
Desde el punto de vista histórico, el reinado de Eduardo
supone una transición entre la Alta Edad Media inglesa y el gobierno de los
normandos posterior a 1066. Durante su mandato, los grandes condados creados
por los invasores daneses (Northumbria, Mercia, Wessex y Danelaw) ganaron en
poder y autonomía, sirviendo de preludio al posterior sistema feudal y la
Iglesia de Roma aumentó considerablemente su influencia en Gran Bretaña, si
bien Eduardo no llegó a instaurar el cristianismo como religión única y oficial
en su reino.
Los primeros impulsos en pro de la canonización de Eduardo el
Confesor se tomaron bajo el reinado de Enrique II de Inglaterra, que unía en su
persona las casas reales sajona y normanda. Bajo el amparo de Enrique, el Prior
Osberto de Clare inició una campaña de difusión de la imagen de Eduardo como un
hombre santo, adjudicándole todo tipo de milagros, entre los que destacaban las
sanaciones de enfermos mediante la imposición de manos. El Papa Alejandro III
ofició la canonización del antiguo rey en 1161, ceremonia en Roma a la que asistió
el propio Osberto.
En 1163 se trasladaron los restos del rey santo a la Abadía de
Westminster en medio de una solemne ceremonia oficiada por el arzobispo Thomas
Becket.
En aquella época, los santos se dividían en dos clases:
"mártires", si morían de muerte violenta, y "confesores" si
lo hacían de muerte natural.
Por esta razón, el rey
Eduardo es conocido desde entonces bajo el nombre de Eduardo el Confesor.
Posteriormente, la Iglesia Católica lo nombró Santo Patrón de
los reyes, matrimonios problemáticos y mujeres separadas.
Hasta 1348 fue también el Patrón de Inglaterra, año en que fue
sustituido por San Jorge.
Fuente: Wikipedia
Fotos: Google