martes, 22 de octubre de 2013

HISTORIA: CATALUÑA ERRE QUE ERRE



Los pueblos que no conocen su Historia están condenados a repetirla
Cataluña y la historia siempre repetitiva
La sublevación de los Condados de lo que hoy conocemos como Cataluña  ocurre en el reinado de Juan II  Rey de Aragón y Conde de Barcelona
Al acceder Juan II al Trono de Aragón en el 1458, el enfrentamiento familiar se convirtió inesperadamente, al menos para Carlos Príncipe de Viana, (hijo de Juan II de Aragon y Dª Blanca de Navarra), que nunca debió entender realmente la situación, es el antecedente inmediato de la denominada “ revolución catalana “  que se gesta en el año de 1460, cuando Carlos de Viana es obligado a volver de Sicilia y, nombrado lugarteniente general de Cataluña, es encarcelado por su progenitor en Lérida.
En el reino de Navarra la ruptura y el enfrentamiento de padre e hijo se produjo en el 1450, aunque llevaba consigo raíces más profundas al convertir la pugna entre habitantes de la Montaña y del Llano, beamonteses y agramonteses, en verdadera lucha política y guerra civil, en la que los beamonteses apoyaban a Carlos y los agramonteses a Juan II. Esta guerra civil navarra acabó, tras diversas alternativas, cuando en el 1455 Juan II desheredó a Carlos de Viana y proclamó Reina de Navarra a su segunda hija, Leonor, desposada con el Conde Gastón de Foix. Carlos de Viana tuvo que buscar refugio en la Corte Napolitana de su tío Alfonso el Magnánimo y de ahí pasar a la Isla de Sicilia.
En los condados catalanes la situación de enfrentamiento al Rey Juan II de Aragón respondía a factores más profundos que se arrastraban, al menos, desde finales de la centuria anterior.
Los factores principales fueron:  la crisis institucional y económica de  los Condados catalanes, especialmente el de Barcelona, el descontento de los payeses de remensa y la política filocampesina que había practicado la Monarquía, la crisis municipal de Barcelona y el enfrentamiento entre la concepción más tendente al poder del gobierno y la práctica pactista tradicional de la Generalitat y el patriciado, que procuraban limitar los posibles abusos de poder de la autoridad real no sin también más de uno aprovecharse de este pactismo foral
Antes de comenzar la revuelta catalana contra su Rey por parte de la nobleza y burguesía catalana, cada parte fue reagrupando sus aliados. Juan II se apoyó en los “buscaires y remensas” que, a comienzos del 1462, se sublevaron en las comarcas gerundenses También obtuvo la alianza de Luis XI de Francia, a quien, a cambio de la ayuda militar, cedía en hipoteca los Condados del Rosellón y la Cerdaña.
Los pactistas de Barcelona y la mayor parte de la nobleza y el clero se agruparon en el Consell del Principat, creado en las Cortes de Lérida del 1460 como representación estamental reducida de la Generalitat y tras eliminar a los “buscaires” del gobierno de la ciudad, organizó una armada para reprimir el levantamiento “remensa” en la comarca gerundense.
La situación se fue agravando y el conflicto se internacionalizó con la entrada de Juan II en Cataluña junto a los franceses. Al poner aquél sitio a la antigua Barcino, los rebeldes respondieron destituyendo al Rey. Cualquier intento de mediación, como el realizado por el Consell Valencià, resultó inútil.
En los años siguientes, la Generalitat catalana fue ofreciendo el poder del Principado Catalán a diversos candidatos:
Primero, a Enrique IV de Castilla y León, quien aceptó la oferta y obtuvo, al mismo tiempo, el apoyo de los beamonteses navarros. Las luchas nobiliarias castellanas condicionaron a Enrique IV a aceptar la paz, propuesta por Luis XI, como árbitro, en la Sentencia de Bayona, y renunciar a los condados-
Los sublevados catalanes acudieron entonces al Condestable Pedro de Portugal, que gobernó como Príncipe entre el 1464 y el 1466.
Los éxitos militares y los avances políticos de los realistas, a los que se añadían muchos desertores del bando sublevado, eran manifiestos y acometían actuaciones como: organización de una Diputación del General Realista en Tarragona y ocupación de Tortosa ( 1466 ).
Todavía, la Generalitat y el Consell del Principat se negaron a aceptar la paz y eligieron como Príncipe a Renato de Anjou, Duque de la Provenza, representante del linaje que más había combatido al Reino Aragonés en el Mediterráneo, quien consiguió mantenerse varios años, gracias al apoyo militar francés, en medio de fracasos y dificultades crecientes….
Pero la guerra ya se hallaba perdida, con una circunstancia nueva de grandes consecuencias. Juan II había casado a su hijo Fernando II el Católico con la princesa castellano-leonesa Isabel en el año 1469.
En el 1472, Juan II acababa tomando Barcelona y, aunque no logró recuperar el Rosellón, ponía fin a la guerra.
En Octubre de ese año  1472 se firmó la Capitulación de Pedralbes, en la que se anulaban todas las conquistas de los altos estamentos contenidas en la Capitulación de Villafranca del Panadés.
En lo demás, Juan II fue generoso, ta que concedió el perdón general, para evitar las divisiones entre vencedores y vencidos, liberación de prisioneros, sobreseimiento de causas judiciales, devolución de bienes confiscados durante la contienda y continuación del sistema pactista anterior a la revuelta.
El sistema foral no se veía alterado sustancialmente, pero Cataluña salía de la pelea desgastada y hundida. La crisis económica y las pérdidas materiales y demográficas no podían llegar más bajo, el conflicto entre señores y campesinos “remensas” se mantenía sin encontrar solución satisfactoria y los Condados del Rosellón y la Cerdaña continuaban retenidos por Luis XI de Francia.
En el 1479 fallecía Juan II dejando la Corona Aragonesa a su hijo, Fernando II de Aragón, quien desde hacía cinco años, era también rey consorte de León y Castilla.
La revuelta catalana, también conocida como guerra civil duró una década del año 1462 al 1472.

No hay comentarios:

Publicar un comentario