Por Javier Barraycoa (1)
Mi libro recomendado de este escritor. Reproduzco uno de sus apartados, para hacer boca. (Eduardo Jiménez)
Uno de los logros de los nacionalistas durante la
transición fue la constitución de la policía autonómica: los Mossos d'Escuadra.
Este cuerpo policial pretende ser una continuación de los antiguos Mossos, cuya
historia conviene recordar.
El fundador de los Mossos d'Escuadra fue Pedro
Antonio Veciana, un felipista no muy destacado pero que consiguió hacer una
pequeña fortuna pertrechando al ejército de Felipe V. Con tal de garantizar la seguridad de sus
mercaderías, organizó una Escuadra de mozos a modo de mercenarios. Se trataba,
por tanto, de una especie de cuerpo de seguridad privado. En 1715, consiguió
que la villa de Valls sobreviviera al sitio del Carrasclet, un famoso y mítico
bandolero. Este hecho contribuyó a proporcionarle una gran fama y sus servicios
empezaron a ser requeridos tanto por ayuntamientos como por comerciantes
privados. Los Mossos eran su pequeño ejército particular, que tomó carta de
naturaleza gracias a un decreto del 24 de diciembre de 1721, promulgado por el
Capitán General de Cataluña.
Los Mossos contribuyeron a la represión del
bandolerismo y, sobre todo, de las partidas austracistas que habían quedado
dispersas por Cataluña. Con lenguaje nacionalista, deberíamos decir simplemente
que los Mossos d'Escuadra eran un «cuerpo de represión del Estado español». En
la medida en que fue creciendo este cuerpo militarizado, fue ejerciendo una
labor policial sobre un importante número de comarcas catalanas.
Tras la Guerra del Francés, en 1817, el Capitán
General de Cataluña, Castaños, aprobó el primer Reglamento de las Escuadras de
Cataluña.
De hecho, cuando se creó la Guardia Civil, se tomó
como modelo a los Mossos d'Escuadra por su competencia y efectividad. La
Benemérita, al principio, no se desplegó en Cataluña, pues los Mossos cumplían
su función. Sin embargo, el cuerpo de los Mossos fue suprimido en 1868, y no
por un madrileño, sino por un catalán: el General Prim. La excusa fue
económica, pues la Guardia Civil era pagada por el Estado y los Mossos por los
Ayuntamientos y las Diputaciones, y suponían un sobrecoste. Pero detrás se
escondía otro motivo: el carácter monárquico de los Mossos, que los convertían
en sospechosos conspiradores monárquicos tras la caída de Isabel II. Durante muchos años, los Mossos se habían vuelto muy
impopulares en las grandes ciudades catalanas, dominadas por los republicanos,
por su constante enfrentamiento con las milicias liberales.
La supervivencia de los
Mossos fue milagrosa y aconteció gracias al carlismo catalán. Durante la Guerra
carlista de 1872, el general carlista Francesc Savalls restauró el Somatén y
los «Mozos de la Escuadra», como cuerpos encargados de mantener el orden en las
zonas carlistas. La primera sección fue formada en Gerona y permitió repeler el
bandolerismo y mantener el orden. El Infante Alfonso Carlos de Borbón, que
comandaba los ejércitos carlistas en Cataluña, en julio de 1874, decretó
definitivamente la constitución del Cuerpo de Escuadras de Cataluña, convocándose
mil plazas. A principios de 1875, aparecían los reglamentos definitivos.
Acabado el conflicto, será un general liberal y alfonsino, Joaquín Mola
Martínez, el que reorganizará el cuerpo de los Mozos al servicio de la
monarquía liberal. Si un catalán, Prim, intento liquidar los Mossos, ahora un
foráneo les confería carta de naturaleza en el régimen liberal.
(1) Javier Barraycoa, Historias
Ocultadas del Nacionalismo Catalán. Editorial
Libros Libres (2011)
Imagen: Google, hispanismo.org
Imagen: Google, hispanismo.org
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